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Ramon de Soto

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A la escultura «Hellraiser Asteroid»

En la constelación de los dioses griegos Ares (dios de la Guerra) fue engendrado por Zeus y Hera, que a su vez fueron hijos de Cronos (dios del Tiempo), todos ellos habitaban en el monte Olimpo. Los romanos con su lógica constructiva y su necesidad de ordenar el caos, decidieron trasladar el hogar de los dioses al firmamento allí seleccionaron a cada planeta como lugar de estar y ser de cada una de las divinidades, así Cronos fue Saturno (el devorador de sus hijos), a Zeus Tonante (que logró esquivar este destino y derrocó a su padre) se transformó en Júpiter y así de esta manera cada planeta fue transmutado en una divinidad con las cualidades de sus referentes. Siendo Ares el planeta Marte.

Los escultores, como artistas, nos enfrentamos durante el proceso de creación y construcción de la obra a una serie de problemas complejos. Uno de ellos consiste en dar forma al Caos con el objeto de configurar conceptos y sentimientos.

Viktor Ferrando con su peculiar y personal leguaje se enfrenta, a la manera de los antiguos romanos, al acto de dar forma a la imagen de los diferentes planetas que constituyen nuestro sistema solar.

Y así Marte, el planeta rojo, adquiere sustancia y presencia en su voluntad de ser en el imaginario colectivo de nuestra sociedad, gracias a la voluntad prometeica de este escultor, escultor.

Ramón de Soto Arándiga
Escultor, catedrático de la universidad politécnica de Valencia (UPV) y vicepresidente del consejo valenciano de Cultura.

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