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Consuelo Ciscar

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A la exposicion «Subcosmica Gravitatoria» En la ciudad de Las artes y las Ciencias de Valencia.

METALES PESADOS

La grandeza de la ciencia está en que puede comprender sin necesidad de intuir, la grandeza del arte está en que puede intuir sin necesidad de comprender   Jorge Wagensberg, A más cómo, menos por qué

Desde que el hombre tuvo capacidad de raciocinio ha perseguido desvelar su entorno y reflexionar sobre todo aquello que tiene que ver con la Naturaleza y el Espíritu. Así mismo, como aproximación a la Sabiduría, ha intentado obtener explicaciones esclarecedoras sobre la esencia de los diversos elementos de la realidad, interesándose genuinamente por llegar a la definición de conceptos y principios entre las partes y el todo que coexisten en el universo. De este modo, al desnudar percepciones, valores y símbolos, ha ido ensanchando los límites del conocimiento y reduciendo, esquirla a esquirla, el universo desconocido de magnitud indefinible.

Con el paso del tiempo, esta querencia investigadora por parte del género humano ha propiciado el análisis interdisciplinar de materias y ha permitido abrir nuevas áreas para el pensamiento moderno. Una de esas conexiones que mayores frutos está dando en las últimas décadas es la asociación entre arte y ciencia ya que el arte, más allá del concepto y de la belleza que transmite, aspira, como la ciencia, a un conocimiento más profundo de nuestro mundo. Remontándonos a Marinetti, fundador del Futurismo, comprobamos que ya hace un siglo se daba por buena la idea de que era necesario olvidarse del pasado para crear un arte nuevo, desde cero, acorde con la mentalidad moderna y las nuevas realidades tal como afirmaba en su manifiesto de 1909. Para ello se tomó como modelo a las máquinas y sus virtudes: la fuerza, la rapidez, la velocidad, la energía, el movimiento. Sin duda, fue una vanguardia artística que exaltó el progreso tecnológico, la libertad artística y el dinamismo del mundo moderno.

En la actualidad artistas como Víctor Ferrando apuestan por un modelo artístico que podría reforzar esta idea de Marinetti pero desde la perspectiva del siglo XXI. En ese sentido, el artista alicantino explora el cosmos a partir de elementos mitológicos que nos remiten a leyendas griegas, egipcias, cristianas, paganas, etc. Esta relación entre las humanidades y las ciencias le ha permitido generar un proceso artístico apoyado en un estimulante lenguaje que nos sorprende por situarse al margen de lo convencional con una nueva orientación que difiere de los cánones del arte estipulado y que anuncia un nuevo camino por recorrer.

Asimismo, las esculturas monumentales de Ferrando ponen de relieve esta nueva aventura interdisciplinar que se avecina entre ciencia y arte. Este nuevo estadio nos conduce a una nueva era creativa, que no tiene más sentido que a través de unos procesos “intermedia” donde lo científico toma cuerpo artístico y viceversa. De este modo, el científico goza del placer estético que le produce un experimento bien diseñado y el artista en su proceso experimental integra componentes científicos en su obra para darle componentes de racionalidad. Visto así, ser científico o artista implica estar dispuesto a asombrarse, a indagar, a querer entender y a trabajar para conseguirlo reexaminando todo lo que sea necesario. Y esto incluye innumerables indagaciones que cuestionan, entre otras muchas cosas, nuestra naturaleza, la naturaleza de la realidad y de nuestra cultura, la percepción de los paisajes, la existencia de universos.

La exposición Planet Ferrovia que ha planteado Viktor Ferrando en la Ciudad de las Artes y las Ciencias va en esa dirección ya que podemos ver una selección de esculturas monumentales a través de las que nos muestra sus inquietudes sobre el cosmos y el espacio. Este paisaje escultórico de metales, algunos de ellos de 33 toneladas de peso y once metros de altura, convierten al conjunto arquitectónico de Calatrava en el lugar más idóneo para interactuar con el público. Junto a un gigantesco Plutón, el escultor ha escogido otra serie de esculturas que llevan el nombre de los planetas a los que representan: Titán, Venus, Marte y Neptuno para crear así un microcosmos de la experimentación artístico-científica.

Aproximándonos a estas inmensas y sólidas figuras comprendemos que Viktor Ferrando se mantiene fiel a los cánones de escultura del siglo XX, aquella que manifestó su voluntad de renovarse en relación al bronce o a la piedra e hizo uso de las nuevas técnicas para forjar, soldar, ensamblar o cortar el metal.

A pesar de su corta y emprendedora trayectoria profesional este artista nacido en Calpe viene dando muestras de una coherencia y una voluntad de superación en cada uno de los proyectos artísticos que emprende que, tal y como podemos advertir, demuestra una actitud vital de formidable madurez y compromiso intelectual.

Consuelo Ciscar Casaban
Directora del Instituto Valenciano de arte moderno (IVAM)

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