Viktor Ferrando: Extracto del texto ”De héroes y ejércitos”
“Muertos están todos los dioses, ahora queremos que viva el superhombre”.
Viktor Ferrando, viajante iniciático
como un Gauguin mochilero y universalista que busca el mestizaje de
culturas y de sus iconos; orientalista de Artes Marciales cual un
Arthur Cravan vestido para el Apocalipsis y sentado frente al tablero
de Duchamp; y herrero, soldador y chapista, tales que un Julio
González cibernético que se hubiese quedado como último personaje de la Tierra esperando a que la Odisea (Homero-Joyce) vuelva a empezar al son timbalero de Zaratustra. Y ya fuera de los pretéritos simbolizados que lo han hecho posible, Viktor Ferrando se mira, cual nuevo desdoble de Narciso, en el espejo o pasado inmediato del maestro Kubrick, otro enunciador de ecuaciones existenciales cuya solución, que no final, siempre gustó dejar abierta tal y como Umberto Eco nos la explica (lector-espectador) desde una posición claramente epistemológica. Al igual que Donald Judd, ferrando yuxtapone los paralelogramos, cubos y ortoedros en un frío juego estético matemático negando de alguna forma las esencias del minimalismo, negando el racionalismo de una de las vías del Arte que naciera en Cézanne, pasó por la estaciones del cubismo analítico y de los suprematistas, recaló en el Op-art y finalmente quiso resumirse al máximo por los minimalistas. Al fin y al cabo los orígenes de Ferrando hay que rastrearlos, como buen autodidacta y por tanto nada academicista, ni textual, en el Laocoonte y sus hijos, en el armero del siglo XVI, Filippo Negroli, en el Buonarroti de La Batalla de los Centauros o del Juicio Final.
THX 1138 de G. Lucas, Mad Max, Blade Runner, Waterworld, Batman, las ya mentadas 2001: Una Odisea del Espacio y Alien, y un sinfín de películas buenas y malas, más o menos imaginativas, decantadas ideológicamente, y casi siempre emanaciones directas de la novela y del comic, pero todas ellas circunscritas en los apartados de mundos futuribles y de la ciencia ficción, pueden formar parte del acervo estético de Viktor Ferrando. Incluso, y volvemos a los conceptos de metáfora y metonimia en Lacan como semiología de las imágenes, es decir del subconsciente capaz de crearsus particulares iconografías, pero no a la pretendida manera “automática” de los surrealistas, sino que al traducirlas a la escultura, y por tanto a una facturación larga, trabajosa y perfectamente estudiada por estructurada en materiales, minimalizados en esqueletos sustentadores. Y después
expandidos en formas figurativas para unos, abstractas para otros, y causalmente (que no casual) accidentales para el hacedor.
Pedro Nuño de la Rosa Critico de arte de el periodico “El Mundo”
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